Qué visitar en la Costa Brava



Desde Blanes al sur, hasta Portbou al norte, esta costa gerundense se ha ganado a pulso el prestigio de ser un destino turístico de primer nivel por la calidad de sus playas, su buen tiempo estival y su enorme riqueza cultural y gastronómica.

La cala de Port-bo, en Calella de Palafrugell

Desde que en 1928 el periodista catalán Ferran Agulló bautizara, desde lo alto de un promontorio en Sant Feliu de Guíxols, a este fragmento de litoral tan especial como “Costa Brava”, muchos han sido los que la han visitado atraidos por sus paisajes caracterizados por impresionantes acantilados, pinos que crecen a pie de mar, preciosas y recónditas calas de arena dorada, de aguas transparentes con un ligero color azul turquesa...

La Costa Brava desde el aire

Poco después de aquella denominación muchos fueron los pintores que encontraron la inspiración en la Costa Brava: Picasso, Marc Chagall, René Magritte.. el propio Salvador Dalí, nacido Figueres y con su residencia en Cadaqués, jamás pudo desvincularse de este paisaje a lo largo de su vida, y estableció su taller de pintura itinerante en la propia costa del Cap de Creus, en Palamós (Es Castell), Tossa de Mar...

Salvador Dalí y Gala, en el jardín del Castillo de Púbol

¿Y hoy en día?¿Cómo es la Costa Brava hoy en día? Pues a pesar del gran número de visitantes que sobre todo en temporada alta acuden su litoral, atraidos por su espectacular belleza, el paisaje de la Costa Brava ha sabido conservar su identidad mucho mejor que otras zonas del mediterráneo. Cada uno de los pueblos que conforman esta región, conocida como el Ampurdán, conserva su carácter y cultura propias: desde su lengua propia catalana, pasando por su gastronomía, fuertemente enraizada y basada en buena parte en el pescado, hasta sus bailes regionales como la sardana.

Paseando por los estos pequeños y tranquilos pueblos de la Costa Brava uno tiene a menudo la sensación de estar suspendido en un tiempo medieval. Muchas de sus casas conservan aún el encanto de aquella época. Y justo a unos pocos kilómetros de esos mismos pueblecitos es posible encontrar calas de belleza indescriptible, a menudo muy poco frecuentadas, de aguas transparentes, o bien ciudades comerciales como Figueres, Girona o Platja d’Aro.

La Vila Vella medieval, en Tossa de Mar

La Costa Brava ofrece por ello una amplia variedad de destinos de los que disfrutar: desde el triángulo daliniano, compuesto por el Museo Teatro Dalí, el Castillo de Púbol o su casa de Cadaqués, hasta el Parque Natural de los Aiguamolls de l’Empordà, pasando por los rocosos paisajes del Cabo de Creus.

El pasado del Empordà es incluso anterior a la época medieval. Un buen ejemplo de testimonios pre-históricos lo encontramos en la ciudad ibérica de Ullastret, o el museo arqueológico de Empúries.

Museo Arqueológico d'Empúries

El patrimonio arquitectónico de la zona es también sobresaliente. El Monasterio de Sant Pere de Roda, en pleno Cabo de Creus, es un gran ejemplo, bien conservado, del arte religioso medieval.

La riqueza del litoral de la Costa Brava está siempre omnipresente pero si desea contemplarla en su máximo esplendor hay que visitar las islas Medas o la preciosa costa comprendida entre Tossa de Mar y Sant Feliu de Guíxols (la cual contiene calas tan bonita como Giverola, Canyells, Senyor Raimon, Vallpresona, etc.). A su vez la Costa Brava, ofrece en algunas zonas extensos kilómetros de arena fina y dorada como los que encontramos en las playas de Pals o en la zona de Sant Pere Pescador.

La Cala Giverola, en Tossa de Mar

Y todo ello a tan sólo 140 km de la capital de Cataluña, Barcelona, con la que la Costa Brava mantiene unas excelentes conexiones viarias.